El testimonio de la cristiana iraní Marziyeh Amirizadeh es una de las demostraciones más contundentes de la perseverancia de la fe en Irán en medio de la persecución. Su camino hacia Cristo no comenzó en una iglesia, sino en un sueño, donde experimentó un amor tan profundo que la llevó a buscar la verdad. Esta búsqueda culminó en una entrega total a Jesucristo, una decisión que la pondría en el punto de mira de las autoridades y la llevaría a las celdas de la prisión más infame de Irán.

La conversión de Marziyeh fue radical. Tras el sueño inicial, una visión de Jesucristo mientras oraba en su habitación selló su compromiso. Llena del Espíritu Santo, supo que no podía guardar esa verdad para sí misma. Junto a su amiga Maryam Rostampour, comenzó a compartir el Evangelio, llegando a distribuir miles de Nuevos Testamentos en Teherán. Esta audacia las llevó a su arresto y encarcelamiento, donde su fe en Irán sería probada de formas inimaginables.

El poder de una fe en Irán que no se niega

Dentro de la prisión de Evin, enfrentó interrogatorios constantes. En uno de ellos, un oficial, esperando quebrarla, la presionó para que hablara. Marziyeh no usó el tiempo para defenderse, sino para testificar. Le contó cómo su vida antes de Cristo carecía de esperanza y estaba llena de la opresión que sentía como mujer bajo un régimen estricto. Describió el vacío que sentía y cómo su encuentro personal con Jesucristo la había llenado de un amor, una paz y una libertad que ninguna celda podía arrebatarle.

Su relato, lleno de convicción, contrastaba radicalmente con el ambiente de miedo y desesperación de la prisión. Habló de Jesús no como una idea, sino como el Salvador vivo que la había rescatado. La sinceridad de su testimonio personal tuvo un efecto inesperado en el oficial. Aquel hombre, cuyo trabajo era intimidar y extraer confesiones, se sintió visiblemente conmovido por la transformación que describía Marziyeh Amirizadeh. La fe en Irán de esta mujer estaba desarmando sus prejuicios.

El momento culminante llegó cuando el interrogador, en lugar de intensificar el castigo, le hizo una petición asombrosa: le pidió que le consiguiera una Biblia. Quería leer por sí mismo sobre el Dios que podía inspirar tal valentía y cambiar una vida de forma tan profunda. Marziyeh le prometió que se la haría llegar, convirtiendo a su captor en un buscador de la verdad.

La historia de Marziyeh Amirizadeh no es solo un relato sobre la persecución, sino sobre el poder del Evangelio para triunfar en cualquier circunstancia. Su firmeza y la de su compañera Maryam demuestran que la fe en Irán, aunque florece en secreto y bajo amenaza, posee una fuerza que las paredes de una prisión no pueden contener y que puede alcanzar el corazón de quienes menos se espera.

La noticia en oración

Únete a nosotros en esta breve oración:

Padre Celestial, te damos gracias por la vida y el testimonio de tu sierva Marziyeh Amirizadeh. Gracias por revelarte a ella y por la increíble valentía que le diste para mantenerse firme en la prisión. Te pedimos que la sigas usando poderosamente y que la semilla plantada en aquel oficial dé fruto abundante.

Señor, oramos por ella y por todos nuestros hermanos perseguidos en Irán y en el mundo. Protégelos, fortalécelos y que, como Marziyeh, puedan ser testimonios vivos de Tu poder y Tu amor.

En el nombre de Jesús, Amén.